miércoles, 26 de noviembre de 2008

Mi hermana

Mi hermana no tiene el cabello verde y los ojos amarillos, pero es muy bella, tiene porte y tiene en su ser toda la antipatía para parecer siempre tan atractiva y tan inalcanzable, es artista, es chillona, es gruñona y es genio.

Ha pasado mucho tiempo de su vida recortando empaques desechables de los de las palomitas de maíz para horno de microondas, supongo que algún día sabré para qué son, por ahora la quiero

martes, 25 de noviembre de 2008

Amores Internacionales

Este chaparrito pelón de lentes -que parece el mismísimo papá de Volpi- se las trae muertas








periódico ventaneador: La Jornada

Se gustan, se aman!!!

martes, 18 de noviembre de 2008

Yo no suelo escribir estas cosas pero...

hoy me siento particularmente mal, no quiero hacer nada, no quiero ser periodista más, no quiero estudiar, quiero correr y tengo frío quiero huir, no quiero nada

No soy talentosa para escribir, no puedo ni escribir un blog sin dejar las cosas a medias, definitivamente no soy buena trabajando en equipo ni cargando egos ajenos.

Quiero correr de verdad, quiero que toda la sarta de idioteces que merodea mi cabezota se salga de ahí y me deje pensar claro quién soy.

Estoy a punto de terminar una carrera de la que, sin querer me enamoré, sin ser correspondida, y hoy me siento exactamente como hace cuatro años cuando la prepa me arrojó de sus entrañas antes de que yo pudiera digerir de qué se trataba.

No soy más que fanfarrona, no hago más que asentir cuando no entiendo bajo la promesa de que lo averiguaré, no soy humilde y soy todo lo soberbia que alguien humano puede ser, soy acaparadora, soy trepadora, no soy mala persona pero no soy buena, eso lo se.

Y ahora sólo soy madeja de nervios y lágrimas, mocos y gemiditos bajitos para que nadie se despierte, soy canciones viejas, soy miedo, no quiero ser nada si tengo que ser eso

domingo, 9 de noviembre de 2008

No pueden dejar

de comer chocolates aún cuando hay dieta
de espiar las fotos los "exe's" en las redes sociales
de hacer compulsivamente eso que secretamente disfrutan tanto (que puede o no tener que ver con lo de los EXE's)
de gastar dinero aún cuando los cálculos indican que no hay pa' llegar con liquidez a la quincena
de fumar aunque ya no sean bien vistos en ningún restaurant condechi
de escuchar a Intocable en las fiestas ya pedos (aclaro: me encanta intocable sobria y alcoholizada)
de bailar "no rompas más mi pobre corazón" en las bodas de Salón (y la versión igual con letra diferente pero más rápido)
pero definitivamente no pueden dejar de ir a


www.acidolarevista.com



El que no vaya no tiene perdón de DIOS ( y miren que en próximo número lo van a conocer)

Buena noticia

Cuando conocí a Gerardo él no podía ni verme, le caía mal (eso no es raro, la gente suele prejuzgame nomás porque soy un po-qui-tín arrogante), luego, por obra y gracia de los sagrados astros comenzamos a platicar, a intercambiar cuentos y se convirtió en una de esas personas imprescindibles en mi vida.

Sus cuentos siempre me han parecido brillantes, muy brillantes, como las historias que uno oye de viva voz y no puede dejar de escuchar hasta que llegan a su fin.

Gerardo cargaba con un amor viejo que hasta el día de hoy dudo que haya superado pues la sonrisa le sale igual de amarga que aquellos días, cuando mientras llovía yo leía sus cuentos, suspirando y pensando si alguien me escribiría alguna vez algo así.

Frida Menesc escribió una historia de su Ciudad Lokura, inspirada en Gerardo, inspirada en los miedos al "hubiera" y en esa sonrisa amarga de uno de mis mejores amigos.

El teléfono sonó el otro día, el cuento salió seleccionado para un certamen en la FES Acatlán, así que todos aquellos que no tengan nada que hacer el martes 11 a las 11 am pueden ir a la FES al auditorio de investigación en el Bunquer y escuchar los latidos de Ernesto, un espejo donde quise retaratar al Gerry y sus eternas sonrisas.

Decir adiós

Estaba platicando con mi madre de algo trivial en la cocina, la foto de mi abuela vigilaba la puerta desde la ofrenda que mi hermana se encargo de ponerle: una veladora, un plato con sal y azúcar, un pan de muerto, dulces, flores y un par de calaveras de chocolate que terminé por comerme hace unos días.


Mi hermana entró, dejó el cambio en el canastito tejido sobre la barra y lo soltó: “Dice Pepe que le van a hacer una misa a su mamá porque falleció hace dos semanas”.


A la vuelta de mi casa hay una papelería, cuando era niña solía ir como chorrocientas veces al día porque siempre he pensado que mi cuadra es un lugar hermoso, y era uno de los pretextos para salir de mi casa y quedarme parada en medio de la calle contemplando las nubes pasando deprisa por detrás del muro que cierra la calle.


En la papelería estaba siempre Pepe, quien tiene un hermano gemelo, mi vecina Mari y yo siempre nos preguntábamos quién era quién, luego de un tiempo llegamos a la conclusión de que Pepe era el del buen carácter. Ocasionalmente estaba por ahí su mamá, con su carácter fuerte y el halo de respeto rodeándola como una consecuencia natural.


Empecé a prestarle atención a la señora luego del 96, en ese año cumplí 10 años y aprendí a andar en bicicleta, el columpio de la casa lo quitaron porque un día se subieron 9 de mis primos y lo rompieron al tiempo que se interrumpieron las tardes de lectura con mi abuela en el jardín; en ese año, una noche de agosto me despertó mi mamá de madrugada “Michi está en el hospital”.


Llegamos a casa de mi otra abuela, quien nos cobijó y nos recostó en la cama, al día siguiente me lo dijeron: Michi había muerto.


Lloré como nunca, la única forma de controlarme fue advertirme que si no me calmaba no iría a despedirme de ella; era huérfana, hasta ese día la única mamá que conocía era ella, quien me daba de desayunar, comer y cenar, quien me consolaba, me peinaba y abrazaba por las tardes mientras veíamos sus telenovelas.


Dejé de andar en bicicleta, mi mamá dejó su trabajo y se convirtió en mamá de tiempo completo aún sin estar lista, yo comencé a ensimismarme y un día encontré un gran parecido entre mi abuela y la madre de Pepe.


Poco a poco me acerqué a una señora dura y amable, con una sonrisa que me recordaba los gestos de mi abuela, me hubiera gustado que a Michi también le gustara la cultura rusa y las manualidades, me hubiera gustado mucho conocerlas más a ambas.


Hace no mucho mi hermana llegó de la papelería: “la mamá de Pepe está enferma”, y la noticia me caló en las venas casi del mismo modo que cuando mi madre me despertó una madrugada en el 96.


No me he parado mucho en la pape desde entonces, no sé que decir, no sé como no buscar ese rostro que me recordaba a mi Mamá Michi, no quise verla enferma y no quiero no verla más porque me cuesta decir adiós al recuerdo vivo de mi abuela.


Paso por fuera y veo un moño negro colgado en la puerta de su casa, desde la calle se siente el duelo, la misma sensación de vacío que vive en mi casa desde hace doce años, que respiran las plantas secas y que lloran los pajaritos todos los días al caer la tarde.


“Prométeme que tú nunca te vas a morir”, le dije una noche a mi mamá mientras me arropaba, “todos nos vamos a morir, pero te prometo que yo no moriré pronto” me contestó.


Mamá Michi te amo hoy y siempre